En la sección Prensa Antigua Comarcal destaca este folleto del programa de festividades publicado en 1925 y firmado por el entonces alcalde de la localidad, Pérez Estrada. El folleto consta de cuatro páginas editadas en la imprenta de Antonio Herreros, lugar en el que eran impresos la mayor parte de los diarios y programas locales.
Abre el folleto una selección de textos descriptivos halagando las bondades del Valle, escritos y seleccionados por Antonio Lugo y Massieu, en la línea editorial de su publicación El Campo, para continuar con pequeñas exaltaciones patrióticas a cargo de A. Lerroux y Bernardo Benítez de Lugo, reproducciones de textos de Humboldt y Berthelot, y terminar con un invitatorio de González Díaz.
En la segunda página, el programa comienza con la aún denominada de Fiesta de las Flores para la Octava del Corpus o Jueves de las Alfombras, continuando con La Subida del Santo hasta la Parroquia Matriz durante el viernes por la tarde y la celebración de una verbena (antecedente del Baile de Magos) en la Plaza Franchy Alfaro, «con luz eléctrica y a la veneciana», amenizada por distintas bandas de música.
El sábado, además de la Exposición de Ganado, se realizaba en la tarde un carrera de sortijas en la calle Calvario, y a la noche otra verbena, esta vez en la plaza del Ayuntamiento, entonces denominada de Alfonso XIII. El domingo, la romería era concebida como una procesión acompañada por labradores y niños y niñas ataviados con el traje típico.
En el texto de la nota al pie del programa también se invita a disfrutar de una exposición de pinturas en el patio del entonces Casino, hoy zona de lectura y consulta de esta Biblioteca.
En cuanto a los textos, como ya hacía a través de la revista El Campo, Antonio Lugo insiste sobre el valor natural, paisajístico y cultural de la naturaleza del Valle de Taoro, ensalzando las virtudes descritas a lo largo de la historia por ilustres personajes: Humboldt, Berthelot, Leclercq…:
Bien se puede asegurar que estaba Homero en lo cierto cuando creía que la mansión de los buenos en los Campos Elíseos, estaba en el valle de la Orotava. Cuántas maravillas ostenta el mundo, allí están reunidas. Arboles de todos los climas, flores de perfumado aroma, plantas cuyas largas hojas ocultan los plateados hilos de tímidos arroyos que, de vez en cuando, dejan percibir cascadas abrillantadas, que refrescan esa sin igual vegetación; pájaros de mil colores, cuyos trinos y cadencias resuenan en el Valle con esas armonías de la naturaleza que empalidecen a Bellini; laureles, castaños, mirtos, yedras, gramas y alvreces [?] se reunen [sic] en amigable consorcio, ya formando bóbedas [sic] deliciosas, ya alfombras de los más variados colores.
En la tercera página se reproduce un artículo del entonces diputado nacional Alejandro Lerroux, llamando a la industralización y al progreso en Canarias:
Si esperáis que todo esto lo realice el Estado, os moriréis contemplando el gigantesco monolito de vuestro Teide. Esta obra ha de surgir de vosotros; aquí ha de brotar la energía vibrante, la fuerza impulsora.
No os conforméis con vivir del aire, ni del sol, ni de los frutos que tan pródigamente os ofrece vuestra tierra. Tenéis que dar el espectáculo de un pueblo que se pone en contacto con la evolución de los tiempos y dar una pauta a las demás regiones españolas, diciéndolas: -Mirad a Canarias: ved cómo se conservan latentes en nuestro espíritu las energías de la raza.
A este texto le sigue otra exaltación patriótica, esta vez escrita por Bernardo Benítez de Lugo, miembro de la asamblea constituyente del Cabildo Insular de Tenerife en 1913:
Para poder con acierto combatir los males lo primero y más esencial es exponerlos claramente, sobre todo cuando como el nuestro tiene facilisimo remedio, e inquerir su causa. La de los que afligen a los pueblos no hay que buscarla fuera: hállese siempre dentro de ellos. Y por más que nos sea doloroso, tenemos que confesar noblemente una gran verdad: la causa de los males que viene pesando sobre esta región, encuéntrase en sus hijos; son producto triste, pero lógico, de nuestra vulgar apatía.
En su cuarta y última página, y tras reproducciones de textos de visitantes históricos con el título El Teide y el Valle juzgado por los sabios, termina el folleto con una columna divida en dos, empezando arriba con el invitatorio al visitante por parte de Francisco González Díaz, habitual colaborador en la prensa local:
Aquí todo florece. La vida se abre cual inmensa flor. La nieve de las altura no es sino un adorno diamantino, una diadema de brillantes ceñida por el Valle de Taoro, propicio a los buenos sueños más que ninguna otra comarca de la tierra. Aquí el Febrero del que ha hablado Mistral es plácido.
Y termina la columna y el folleto con un directorio de los alfombristas indicando su ubicación en el recorrido (aún se conservaba la Plaza del Teatro), necesitados de un tiempo de preparación debido a sus representaciones más complejas:
[…] unas, alegorías religiosas y otras, tapices de estilo arábigo y del renacimiento, cauzarán [sic] la sensación de arte y colorido que cabe suponer en esta original fiesta.
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