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El espíritu racionalista del joven Viera encontrará sus primeros referentes durante sus estudios en el convento dominico de San Benito de La Orotava. Su prior y tío, fray José Antonio de Clavijo, y su profesor de Artes, Agustín Verau, pertenecían al sector renovador de la orden que propugnaba una mayor apertura filosófica y científica dentro de la enseñanza religiosa. Verau será, justamente, el que le dará a conocer El Teatro Crítico Universal, del Padre Feijoo (1676-1764), obra que tanta influencia tendría en el pensamiento de Viera.
Feijoo defendía una filosofía y una ciencia fundamentadas en la razón y en la experiencia, rechazando frontalmente toda huella de irracionalismo supersticioso y de los discursos vacíos basados meramente en la tradición y en el principio de autoridad. Propugnaba que el análisis de lo real se basara sencillamente en la razón y en la experimentación, a través de un método científico y objetivo, principios con los que Viera redactará su gran obra: Noticias de la  historia general de las Islas de Canaria.

Obra de referencia para Viera y Clavijo en sus estudios científicos fue Leçons de Physique Experimentale, de Nollet, cuya primera edición en español les mostramos en esta exposición. El abate francés Jean-Antoine Nollet (1700-1770) fue el gran divulgador de las teorías y experiencias que sobre electricidad se habían realizado desde el siglo XVII. Con sus diferentes obras abrió un campo que, hasta aquel momento, estaba vedado a un estrecho círculo de entendidos. Con Nollet, la física, aparte de entrar en las escuelas y universidades, se puso de moda entre las élites ilustradas, siendo tema de conversación en las cortes reales y aristocráticas, que se convirtieron en escenario y público de experimentos científico-recreativos. Viera participa plenamente de este mundo; primero, en las reuniones de la Tertulia de Nava –donde posiblemente conoció por primera vez Leçons– y, especialmente, luego durante su estancia en París, donde realizó cursos sobre física y adquirió valioso material de laboratorio, para su gabinete del palacio del Marqués de Santa Cruz. Allí, en Madrid, tal y como había visto en sus viajes por Europa, efectuó distintas experimentos para recreo de la alta sociedad madrileña.

Una de las joyas de esta exposición la constituye, sin duda, la primera edición de  Noticias de la historia general de las Islas de Canaria, de Viera y Clavijo. Realizada en una prosa excelente, en ella se observa la clara influencia del ensayismo de su admirado Voltaire. Fue su obra cumbre y una de las mejores obras de Historia de su tiempo.

Noticias se distanció por completo de las anteriores crónicas sobre Canarias, en primer lugar, por la novedosa documentación que manejó, procedente tanto de los archivos y bibliotecas de los aristócratas de la Tertulia de Nava, como de la que adquirió y consultó durante sus estancias en Madrid, París, Viena y Roma; en segundo lugar, por la forma de hacer historia.
La obra muestra un análisis crítico y racional de las fuentes utilizadas y de los hechos narrados, rasgos que reflejan notoriamente lo aprendido con Feijoo. También se observan claras influencias de los filósofos e historiadores franceses de aquel siglo, especialmente de Rousseau y su concepto del “buen salvaje”, que aplica en su descripción del mundo aborigen. Por otra parte, Viera, como buen admirador del enciclopedismo ilustrado, rompe con la historia militar y de política exterior, muy al uso en la época, para alcanzar una visión más global, estudiando al ser humano en su cultura y en sus marcos institucional, social, económico,  religioso…
La exitosa repercusión que tuvieron los dos primeros tomos de  Noticias de la historia general de las Islas de Canaria conllevó la admisión de José de Viera y Clavijo en la Real Academia de la Historia, una de las instituciones más prestigiosas de la España ilustrada. Viera estará estrechamente ligado a ella, colaborando con diversos trabajos, labor por la que se convirtió, en 1777, en miembro supernumerario, a solicitud de Pedro Rodríguez de Campomanes, uno de los políticos ilustrados españoles más importantes de la época.

Una de las actividades de la Academia era la de regular convocatoria de certámenes de poesía y de elogios o discursos, siendo editados los trabajos premiados en el prestigioso taller del impresor de la Casa Real y de la propia Academia, Joaquín Ibarra (1725-1785). Viera participó activamente en ellos, ganando en dos ocasiones, una con el Elogio de Felipe V. Rey de España (1779), y otra con Elogio de Don Alonso Tostado, Obispo de Ávila (1782). También presentó otros trabajos, esta vez de poesía, pero que no tuvieron tanto éxito: el poema épico El segundo Agatocles, Cortés en Nueva España (1777) y el  romance La Rendición de Granada (1779).
Los viajes que realizó Viera y Clavijo por Europa, entre 1777 y 1781, los describió en dos deliciosos relatos manuscritos impresos por primera vez en esta edición de 1849, de la Imprenta Isleña.

De junio de 1777 a octubre de 1778 viaja por Francia y los Países Bajos. En París asistió a importantes actos, como un homenaje a Voltaire, realizó cursos con prestigiosos científicos y participó en una de las tertulias ilustradas más importantes del momento: la organizada por el erudito Pahin de La Blancherie en el Hotel Villayer, donde se reunía regularmente lo mejor de las letras y las ciencias de Occidente. Allí Viera conoció a personalidades tan relevantes como Benjamín Franklin o Condorcet, uno de los famosos padres de la Enciclopedia francesa.
Su segundo viaje, le llevó por Francia, Italia y Austria entre abril de 1780 y junio de 1781, y le permitió obtener, en Roma y Viena, documentos esenciales para la historia de Canarias que aún estaba elaborando por aquellos años. Este periplo junto al Marqués de Santa Cruz le llevó a conocer, personalmente, a la élite política y social de aquellos países y a lo mejor de sus ciencias y de sus letras.
Editado, en 1866, por la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Las Palmas de Gran Canaria, el ejemplar que se muestra es una primera edición impresa que se realizó del Diccionario de Historia Natural de las Islas Canarias, de Viera y Clavijo.

Finalizado en 1799, el manuscrito original, estructurado en trece cuadernos, fue fruto de un intenso trabajo de campo y de gabinete iniciado desde su llegada a Gran Canaria, a fines de 1784. Viera, en sus paseos por la Isla, estudió plantas y  árboles, peces, reptiles y aves, además de reunir una importante colección de piedras, rocas volcánicas, tierras, arenas y conchas. Al mismo tiempo, se sirvió de sus numerosas amistades para que le remitiesen por correspondencia datos del resto de las islas.
En la descripción que hace Viera de los distintos ejemplares de rocas y minerales, de animales y plantas, aplica los sistemas de clasificación de Linneo y Tournefort, aprendidos en su curso con Valmont de Bomare en París. Otro reflejo de las enseñanzas del  naturalista francés fue la  inclusión en el Diccionario de los cultivos ordinarios, y el ocuparse también del uso artesanal y medicinal  de las plantas.

Esta edición, a cargo del director del Instituto de Segunda Enseñanza de Las Palmas, Alejo Luis y Yagüe, es la primera realizada en Canarias del poema didáctico Los Aires Fijos de Viera, que ya se había impreso en Madrid en 1779.
Durante su estancia en París, entre fines de 1777 y comienzos de 1778, Viera asistió a dos cursos sobre gases o aires fijos en la casa del físico Sigaud de Lafond. Con el asesoramiento del científico francés, adquirió material de laboratorio para llevárselo a su gabinete del palacio del Marqués de Santa Cruz. Allí, siguiendo la moda europea, hizo demostraciones de distintos experimentos físicos para recreo del público aristocrático. Para amenizar estos entretenimientos compuso, en 1779, los versos de Los Aires Fijos, que en cuatro cantos narraban los conocimientos adquiridos en sus cursos con Lafond.

A estos cuatro cantos añadió, en 1781, un quinto dedicado a los gases vegetales,  fruto de su aprendizaje con el físico Ingenhousz, al que conoció en Viena durante su segundo periplo europeo. Finalmente, en 1783, añadió un sexto, dedicado al globo aerostático (Viera fue, junto a su paisano el célebre ingeniero Agustín de Bethencourt, de los primeros que hizo volar en España este tipo de artefactos).
El poema didáctico Los Meses, escrito por Viera y Clavijo en 1796, salió por primera vez a la luz en 1848 de los talleres de la  Imprenta Isleña.
Viera, toda su vida, fue un gran admirador de la poesía didáctica francesa, género del que fue su introductor en España. Siguiendo el ejemplo galo, recurrirá a la poesía como método de enseñanza recreativa, utilizando los versos como vehículo para impartir conocimientos  en las más variadas disciplinas. En esta línea, podemos destacar tres obras: el ya mencionado Los Aires Fijos (1779-1783), Los Meses (1796) y Las bodas de las plantas(1806). 
Sin duda, será Los Meses su trabajo cumbre en este género, considerado como uno de los poemas didácticos más relevantes de la literatura española. Se trata de un interesante ejercicio de análisis de las distintas estaciones del año, en el que se explican las diferentes condiciones meteorológicas y sus efectos en la vida diaria de hombres, plantas y animales.


Nuestro ilustrado, desde su regreso a Canarias a fines de 1784, revolucionó la vida cultural de Gran Canaria. Una de las instituciones que notó este impulso fue la Real Sociedad Económica de Amigos del País, cuya dirección tomó Viera y Clavijo desde 1790 hasta su muerte, en 1813.Desde el ideal ilustrado que defendía la necesidad de la enseñanza como herramienta básica para el progreso de los pueblos, Viera encauzó sus esfuerzos en una labor educativa para la población más joven de la Isla.

Editada con los recursos de la Real Sociedad, el Arcediano de Fuerteventura publicará, entre 1806 y 1811, una serie de sencillas obras pensada para niños y adolescentes. A través de la poesía didáctica y de los textos dialogados explicará, de forma amena, conocimientos de botánica, astronomía, geografía o de las técnicas de cultivo de la tierra. Así, de los talleres de la imprenta de Francisco de Paula Marina nacieron en 1806 Las bodas de las plantas; en 1807, Librito de la doctrina rural, -cuya primera edición exponemos-, Noticias del cielo o astronomía de los niños y Noticias de la tierra o geografía para niños; en 1811, Los cometas de los niños.


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