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Cubierta Núm. 1
«Venimos a la palestra llenos de fé y esperanza. La primera virtud, la sentimos latir vivamente en nosotros mismos por el deseo inspirador de esta Revista, de resucitar el admirable conjunto de las producciones literarias de épocas esplendorosas, que duermen desconocidas de la generación presente, en los estantes de las bibliotecas y de los archivos. En éllas, relegadas al olvido, yacen bellas tradiciones y leyendas que cantan las virtudes y las grandezas de una raza perdida; novelas que ensalzan las cosas bellas, las mujeres sencillas, las alegrías de los campos, el silencio de las ciudades que fueron cuna de hombres ilustres que en la literatura, en las ciencias y en las artes dejaron profunda huella de su paso; poesías que son himno a las proezas que nacieron en los pechos que sentían amor por España y cariño por estas peñas llenas de luz y de aromas.»

Con esta introducción se presentaba la revista literaria La Atlántida el 13 de mayo de 1928 bajo la dirección de Agustín Santos. Toda una declaración de intenciones para dar a conocer y ensalzar obras literarias nacionales y locales, si bien, como señala Julio Yanes, no responde a la inquietud literaria de las vanguardias del momento, conformándose “con facilitar a las nuevas generaciones las mejores producciones literarias, tanto isleñas como extraisleñas, de épocas pasadas”(1). En este sentido, aunque en el primer número abordan una muestra extensa sobre la vida y obra de Tomás Morales, en sus páginas se reproducen textos de autores isleños más dedicados a ensalzar las bellezas y costumbres de la isla, en un lenguaje florido y recargado más propio del siglo XIX que de los movimientos literarios del momento:

«Las producciones literarias de los viejos como de los jóvenes escritores de las islas Canarias, tendrán una cariñosa acogida en nuestras columnas, siempre que se alienten ideas nobles y vengan con ansias de cooperar al engrandecimiento moral y material de estas islas, que ya afortunadamente han depuesto viejos recelos y luchas que envenaran el alma canaria y apréstanse en medio de la paz y de la concordia a laborar un porvenir fecundo.» Núm. 2 de 20 de mayo
Así son incorporados textos de autores conocidos o que comenzaban a ser estimados por el ambiente literario menos arriesgado:  Leoncio Rodríguez, Francisco González Díaz, Luis Diego Cuscoy, Benito Pérez Armas, Domingo Cabrera “Carlos Cruz”, Manuel Verdugo
Fundación del Convento de San Agustín. Núm. 2, de 20 de mayo


Estos aportaciones literarias se alternan con exaltaciones a la naturaleza de la isla, comentarios sobre alguna obra o artista nacional o internacional, artículos sobre historia y actualidad local (la fundación del Convento de San Agustín, fiestas locales, reclamaciones de servicios sociales…), teniendo como colofón notas de sociedad y algunas curiosidades científicas o históricas. Ejemplo de artículo social de la época es la demanda urgente en varios números para la ejecución del tendido del alumbrado eléctrico:

«Pero la Orotava pueblo rico, pueblo culto, civilizado, pueblo de trece mil almas, pronto hará seis meses que se desenvuelve en medio de los procedimientos antiguos, alumbrándose con la llama del petróleo o de la vela. En el siglo de las “luces” se oscureció la [sic] Orotava. El quinqué derrotó al fluído eléctrico y parece que lleva trazas por bastante tiempo de imponer su caduco imperio.»
En el núm. 3, como crónica también de la situación social, junto a la solicitud del establecimiento de un instituto de Segunda Enseñanza se incluye la formación de una biblioteca:
«Para disponer de Institutos Locales de segunda enseñanza, donde los jóvenes gratuitamente puedan cursar el bachillerato, los Ayuntamientos proporcionarán un edificio adecuado, campo de deportes, material completo científico, docente y administrativo; una consignación anual permanente de mil pesetas para la formación de la Biblioteca, y otra general suficiente para el sostenimiento de gastos generales de personal subalterno y servicios de mantenimiento.»
En varios números existen semblanzas, entrevistas, artículos o notas sobre varios personajes de la vida cultural de la Villa en aquel entonces: loable es el cariño y devoción que demuestran por la labor tanto cultural como medioambiental de Antonio Lugo y Massieu, gran defensor del arbolado y editor de la revista El Campo al que dedican varios artículos en distintos números de la revista; la entrevista realizada al músico Tomás Calamita; o los artículos del artista Jesús María Perdigón, del que destacamos el análisis e historia de la imagen de El Cristo a la Columna de la parroquia de San Juan Bautista.
Lo que nos dice el maestro Calamita. Núm. 4 , de 3 de junio

A partir del número 5 hasta el 7 (10, 17 y 24 de junio), se dedican numerosas páginas a ensalzar y describir las Fiestas Patronales de La Orotava de aquel año:

«La Orotava celebrará su gran fiesta del año, el Corpus, el próximo jueves; se adornarán sus calles con alfombras de flores naturales. Ellas parecen labores de artífices; son asombrosos los trabajos artísticos que los orotavenses ejecutan con los pétalos de sus flores. Forman alegorías maravillosas, inspiradas por el alma cristiana de este pueblo artista, que ofrece a Dios, deshojada, la mayor belleza de su tierra en una admirable armonía de colores y fragancias.»
Cubierta Núm. 5, de 10 de junio
A destacar la publicación de una traducción realizada por la redacción de la revista sobre el artículo Alfombras de Flores por W. N. Reid, publicado en  The Strand Magazine:
«Durante dos o tres horas una muchedumbre bien ordenada y en traje de ceremonia recorre las calles, parándose ante los sitios más notables con objeto de admirar los más delicados tapices. En vano puede buscarse un campesino de toscos zapatos que se atreva a pisarlos. Los hábiles dibujantes no temen las inclemencias del tiempo, y se ven continuamente rodeados por una muchedumbre que se renueva sin cesar.»
Alfombras de 1928. Núm. 6, de 17 de junio
En el núm. 6 de 17 de junio podemos leer la lista de alfombristas de 1928, y, en el siguiente número, comentarios sobre los actos del fin de semana de las Fiestas, más dedicado a la celebración del Somatén (milicia de civiles), dado que la actual romería en aquel entonces consistía más bien una pequeña procesión acompañada por labradores y niños ataviados con el traje típico.

No obstante, la editorial abre este número denunciando la mendicidad callejera durante los festejos:

«A la entrada de esta población, se encuentra un cartel que expresa una orden terminante. Se prohibe [sic] pedir limosna ni darla. Los contraventores serán multados. Pero ha sido nula la orden por cuanto mendigos de otros pueblos hicieron acto de presencia en el nuestro y recorrieron las calles engalanadas y alfombradas implorando la caridad del transeunte [sic.].»
En su núm. 13 y último, paradójicamente, se publica el artículo El periodismo en La Orotava, por Francisco Bethencourt, en lo que podríamos considerar un vaticinio del fin de esta publicación:
«Se han publicado muchos periódicos en esta Villa, pero casi todos con vida muy breve. (…) Casi imposible resulta el acierto al intentar descubrir la causa, porque es indudable, en estas poblaciones, la afición a la lectura de los periódicos, siquiera de los publicados en la región. Y es también exacto que nuestros periódicos, generalmente, languidecen en vida difícil hasta su “fallecimiento”, meses después de haber nacido.»

La Atlántida fue editada en tamaño folio, destacando la calidad del papel que ha permitido la conservación aún nítida de sus imágenes y textos.

Para cerrar este post y como curiosidad, esta imagen del F.C. Barcelona durante su visita de ese año a los Jardines del Hotel Victoria.
Núm. 10, de 15 de julio

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(1) YANES, JULIO. Historia del periodismo tinerfeño (1758-1936). Centro de la Cultura Popular Canaria, 2003
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